Yo subo hacia tí. La luz del sol confunde el espíritu, un niño ciego que avanza arrastrándose porque olfatea a su madre.
Te encuentro. La huella es fresca y en el puente gotea sudor, tu sangre caliente.
No te veo, sólo te huelo, te siento, como una fiera que grita hambrienta,
te percibo desde muy lejos.
Hueles tan bien... voy detrás de ti. Enseguida te tendré.
Ahora te tengo. Esperare a que oscurezca, entonces toco la húmeda piel.
No me traiciones. Tu no ves el puente arder, escucha los gritos y no te defiendas porque si no se romperá en pedazos.
Hueles tan bien...
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