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jueves, 25 de septiembre de 2014

Mujer

Recuerdo que de pequeña mi psicóloga me mandó hacer la típica actividad de "Cosas que me gustan de mí, Cosas que no me gustan de mí". Una de las primeras cosas que escribí en "Cosas que me gustan" fue que soy una chica (soy una mujer).

Luego, cuando fui creciendo, durante mi adolescencia... renegué de mi sexo, era incómodo, me crecían los pechos (muchos cambios en mi cuerpo y en mi manera de sentir), tenía que tolerar cada mes la menstruación, no me identificaba con las otras niñas de mi edad... En alguna ocasión llegué a detestar el hecho de ser mujer. ¡Era un rollo! ¡un suplicio! ¿Por qué yo tenía que pasar por aquello y los chicos no?, deseaba no tener que tolerar cada mes el achaque de la menstruación, ¡qué incómodo!

Renegaba de todo aquello que me pareciera típicamente femenino, no me identificaba con las mujeres, nunca me llevé demasiado bien con las chicas... parecía que aquello no era para mi.
No me aceptaba tal cual era, no aceptaba lo primero que me identifica, mi condición de mujer, y todo lo que ello conlleva (y no hablo ahora de roles de género ni estereotipos y normas sociales, aunque siempre condicionan).

Pero ahora, ahora que me he puesto en contacto con la mujer que hay en mí, que le he prestado atención, que la he escuchado. Ahora que me he fijado de una forma sana y respetuosa en mis ciclos, mis ritmos, sin rechazarlos, con aceptación y curiosidad; ahora estoy más en paz con mi condición de fémina.

Al entrar en contacto con esta naturaleza cíclica, me he dado cuenta de que en realidad, esto más que un suplicio, más que algo molesto y fastidioso, es un privilegio.

Y me alegro, me alegro porque ahora la mujer que hay en mí no se siente incomprendida y sola, por fin alguien la está escuchando, por fin alguien la acepta tal y como es. Por fin alguien la quiere y la valora con todos sus cambios, sus contradicciones, su devenir. Y eso ayuda, y ayuda no sólo a estar más en paz contigo misma, sino a ser consciente de lo sagrado que hay en tu ser.


 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Profundo

Ojalá pudiera describir con palabras lo inmensa que siento la oscuridad dentro de mi; cuán imponente es la conexión que he ido desarrollando con lo sombrío de mi ser en este último año.

A veces la siento tan potente, tan bizarra, que me abruma. Como me abruma ver que todo este tiempo ha estado ahí, ¡y yo sin percatarme! ¿dónde la escondí? ¿cómo perdí esta conexión? ¿realmente la perdí? Quizás simplemente la olvidé. Como me olvidé de la muerte. Como me olvidé de mi espíritu malogrado, del miedo, el dolor, y la inseguridad que aun guardo en mi ser.
¿Cómo llegué a distanciarme tanto de ella? Con lo que ella ha hecho por mi, ¡con lo que me ha enseñado!

Soy capaz de todo y capaz de nada, un punto entre millones, una gota más de todo un océano, un conjunto de materia más en un universo cuya vastedad resulta inalcanzable para nuestra pequeña mente humana.
Ahora que he reconectado con mis vicios y debilidades, con mis miedos, mi sufrimiento, mi perversión y depravación; ahora que me he dejado llevar por ellos, que soy un poco más consciente de lo delgada que es la línea que separa la salud de la enfermedad, lo bueno de lo malo, lo puro de lo perverso... ahora sólo queda hacerme a mi propio equilibrio.

Después de tantos ciclos, de subidas y bajadas, de perderme y encontrarme y volverme a perder; después de echar un vistazo alrededor, de apreciar la fugacidad de la vida; después de tener la angustia y el dolor tan presentes...¿qué queda?, ¿qué tengo?, ¿qué es lo que poseo por encima de todas las cosas?

Poseo la existencia. Poseo mi cuerpo. Poseo el ahora. Y ya que esto es lo primero y último que voy a poseer en esta vida que me ha tocado vivir...¿qué voy a hacer? ¿cuál es mi responsabilidad fundamental?

Existir. ¿Existir? ¿de acuerdo a qué patrones? ¿cuáles son las pautas con los que quiero guiar mi vida? Y más importante aún, ¿cómo encuentro el equilibrio entre el ahora y el mañana, entre poseer mi ser en el momento presente a la vez que miro hacia el futuro?

¿El futuro? Cuidado con el futuro, hay que echarle un vistazo de vez encuando, sólo de vez en cuando. Ya tengo la oscuridad dentro de mi ¿de qué me sirve poner la vista en una presunta oscuridad que ni siquiera existe?.

Voy a morir. Si. Esta ganga se me acaba. ¿Y luego qué? ¿Qué va a pasar? ¿Alguien puede saberlo?. Dejaré esta forma humana, esta que me brinda tantos placeres, tantas experiencias, tantos estímulos. Todo lo que bajo esta forma conozco, todo lo que ahora soy como humana... todo eso lo voy a perder para fundirme con el cosmos. Todo se apagará un día. Mientras tanto se me ofrece la capacidad de elegir... ¿qué hacer con esta existencia mia?